Son una especie de “canasta” diseñada por bancos y casas de bolsa para que los pequeños y medianos inversionistas puedan empezar a hacer crecer su dinero sin morir en el intento.
¿Cómo funcionan?
El chiste de todo recae en que los administradores de los fondos son responsables de irse de shopping e incluir en sus canastas diversos títulos como acciones y bonos. Así que, cuando un inversionista compra una acción de un fondo, se vuelve dueño de un porcentaje de esa canasta. ¿La gran ventaja? Cuando decida vender sus acciones, recibirá una parte proporcional del rendimiento que haya obtenido el fondo de inversión.
¿Cuántos tipos de fondos hay?
¡Muchos! Pero los más comunes son:
- De renta fija: Si te quieres ir por la segura esta es la opción porque están compuestos por bonos de gobiernos, instituciones bancarias o empresas.
- De renta variable: Si ya andas con la adrenalina a tope, podrías escoger estos fondos, conformados por activos con un chirris más de riesgo como podrían ser acciones de empresas que cotizan en las bolsas de valores.
- Mixtos: Lo mejor de los dos mundos pues combinan inversiones de renta fija y variable.
¿Y qué gano yo con esto?
- Es una buena forma de diversificar tu portafolio de inversiones. Recuerda siempre la máxima: a mayor diversificación, más ganancias y menos riesgo.
- Los administradores del fondo son una especie de dioses de los mercados financieros, así que estás poniendo tu dinero en buenas manos.
- Son fáciles de administrar y de monitorear. ¿Lo mejor? El administrador tiene la obligación de hacer pública toda la información.
- ¡Son seguros! La Comisión Nacional Bancaria y de Valores los trae bien checaditos.